Estamos a vísperas del inicio
del Año de la Fe. Y con esta ocasión, quisiera hablar de ¿qué es la fe?
Pues, no es otra cosa que la
respuesta del ser humano a Dios,
quien se revela como Creador y como Padre. Se nos revela, en la persona de
Jesucristo, con todo su amor, su inmensa sabiduría, con todo su poder; pero,
además con todas sus exigencias. Exigencias, que por demás solo buscan nuestra felicidad.
¿La fe cristiana es
solamente “saber que existe Dios” o aceptar ciertas creencias por verdaderas?
No, es mucho más, es necesario “mantenerse firmes” en Dios (Is. 7,9), confiar en
Él, buscar la seguridad en Él, tener plena
confianza en Dios.
¿La Fe es aceptación intelectual de
las verdades de fe?
Sí; pero no es suficiente.
Hace falta, aparte de la aceptación intelectual, la
confianza y la obediencia (Salmo 116,
10)
Tenemos muchos ejemplos de
fe; pero los que más destacan son Abraham (Heb. 11, 8) y María (Lc. 1, 38). Su
confianza y obediencia nos interpelan. Abandonaron todo, se arriesgaron sin
límites, se pusieron a andar por un camino, por una vía intransitada por nadie
antes, sin saber a dónde iban.
¡Esa es la Fe que salva!
La Fe de quién se aferra a
Dios, a pesar de que todo parece ir en contra, a pesar de que la razón dice lo
contrario.
La Fe cristiana implica un
proyecto de vida, te cambia la existencia, te cambia la forma de ver el mundo,
te cambia las ideas, te identifica con Cristo y te hace, en Cristo, criatura
nueva.
Te preguntarás, ¿cómo
llego hasta aquí?, ¿cómo puedo creer así?, ¿cómo es esto posible?
Quizás te hagas estas y
muchas otras preguntas, quizás ya tengas experiencia de Fe, quizás estés
pasando momentos de dudas de Fe, quizás estés firme en este momento, solo Dios
conoce tu corazón.
Pero debo decirte que la Fe es Don de Dios y tarea del hombre.
La Fe es Don de Dios:
La recibimos de Dios, es
gracia que se recibe de gratis y de gratis hay que transmitirla.
La Iglesia nos dice:
“Para dar esta respuesta de
la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el
auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios,
abre los ojos del espíritu y concede a todos gusto en aceptar y creer la
verdad” DV, 5
Es decir, Dios se acerca al
hombre, “se adelanta y nos ayuda”, nos “abre los ojos del espíritu” y nos lleva
a un encuentro personal con Él y a una aceptación de lo que Él mismo nos
revela.
La Fe es tarea del hombre:
Es recibida de Dios; pero el
hombre debe responder libremente ante Dios, no puede ser obligado a creer.
El hombre de forma libre y
personal debe cuidarla y hacerla crecer, durante toda su vida.
Pero aunque es un acto
personal; pero como nadie la recibe solo y nadie puede vivir solo, así mismo,
la Fe la recibimos de la Iglesia y la vivimos en ella.
La fe la recibimos de la Iglesia,
la vivimos y acrecentamos en unión de nuestros hermanos cristianos y la
transmitimos a otros a través de la Iglesia.
¿Qué es tener experiencia de Fe?
Es haber tenido una
experiencia personal con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, mantener una relación
interpersonal con el Dios vivo y verdadero. Una relación que debe nutrirse con
la Oración, con la escucha de la Palabra de Dios y debe llevarse a cabo en el
vivir como hijos de Dios, en el testimonio de vida.
Uno de los grandes ejemplos
de la vivencia testimonial de la Fe la tenemos en San Pablo, quién siendo judío
y perseguidor de los cristianos, se convirtió al cristianismo gracias a una
intervención especial de Dios. Y no se quedó con una Fe individualista, más
bien no dejó pasar ninguna oportunidad para dar su testimonio, para proclamar
el Evangelio, para ponerse, él mismo como ejemplo ante judíos y paganos.
¡Fue un verdadero testigo!
¡La forma de dar gracias a Dios, por el Don de la Fe,
es transmitirla a los demás!
¡Y todos estamos llamados a esa tarea!
Hermano aprovecha este Año de la Fe para hacer crecer tu Fe y la de tu prójimo.
Si te gustó este artículo, compártelo por Twitter y Facebook.
Espero tus sugerencias.
También te puede gustar:
También te puede gustar:
No hay comentarios:
Publicar un comentario