lunes, 24 de octubre de 2011

Vivir en el amor

"Nos hiciste Señor para tí, y nuestro corazón, estará inquieto hasta que descanse en tí"
                          San Agustín.

Fuimos hechos por Dios y para Dios y hasta que no descansemos en Él, no alcanzaremos la perfecta quietud y la paz. Con esta frase San Agustín nos traza la razón  de nuestra vida. Así como también una meta añorada: la verdadera felicidad.

Pero alguno de mis lectores se preguntará: ¿Quién es Dios?, le respondo, junto con el Apóstol Juan, "Dios es Amor" (1Jn. 4,8).

A lo anterior puede surgir otra pregunta: ¿Cómo vivo en Dios?, ¿Cómo vivo en el amor?. La respuesta a estas interrogantes es la siguiente, no puedes hacerlo sólo, necesitas ayuda. ¿De quién? Pues de Cristo Jesús. De Dios mismo, sin él no podemos hacer nada.

Pero también, no es menos cierto que no te pide nada mas allá de tus fuerzas. Si te pide que vivas en el amor es porque lo puedes hacer. Y es porque es fundamental para tu salvación y para tu felicidad.

Vivir en el amor, no es una tarea fácil, es un caminar cuesta arriba, es un trabajo de toda la vida, para lo cual necesitamos, como ya te dije la gracia de Dios.

Revisándonos podemos encontrar en nosotros varios niveles de amor; y no sólo encontrar en que nivel estamos, sino también saber hasta dónde nos falta subir, hasta dónde tenemos que llegar.

Son los siguientes:

  • No hacer daño a nadie: quien procura no hacer daño ya está amando al prójimo, quien no maquina el mal, ya ha dado un paso importante. Si el mal no es buscado por tí de forma intencional, es señal de que estás en el amor.

  • Hacer el bien: Es un nivel más elevado de amor. No sólo no hace el mal, sino procura hacerle el bien. ¿Cuál bien? De eso se trata, de interesarse por el otro, de saber qué necesita, en que puedo ayudarlo, salirse de sí mismo y acercarse al otro.

  • Amar al prójimo como a sí mismo: Esta última frase es fundamental, la medida del amor al prójimo es el amor que uno tiene hacia sí mismo. Tratar a los demás  como uno qusiera que lo trataran. Además de esto, primero debe amarse uno mismo para poder amar a los demás. ¿Cómo logro amarme? Sencillamente volviendo a los dos primeros niveles de amor y aplicándoselos  a sí mismo: no hacerse mal y hacerse el bien. Así, cuando cumpla estas dos condiciones para con su propia persona, podrá amar  a los otros como a sí mismo.

  • Amar al prójimo como Cristo nos ha amado: el nivel más alto del amor. Nadie nos ha amado más que Cristo Jesús, quien llegó a entregar su vida, por todos, para nuestra salvación y sin mérito alguno de nuestra parte. Y, sin embargo, él mismo nos pidió ya antes de padecer por nosotros, que hicieramos lo mismo por nuestros semejantes; repito, no nos lo hubiera pedido si no fueramos capaces de hacerlo.

¿Están de acuerdo conmigo de que no es fácil? Pero tampoco es imposible.

Por otra parte es fundamental  y trascendental para nuestra salvación.

Sólo cuando vivamos en el verdadero amor seremos felices.

Para finalizar les dejo esta frase de San Juan de la Cruz:

"Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor"

Si te gustó el artículo, compártelo y si tienes algún comentario o sugerencia, escríbela.











No hay comentarios:

Publicar un comentario