jueves, 27 de octubre de 2011

LOS ÁRBOLES



A la orilla de un camino se encontraban dos árboles; el primero, un jabillo, frondoso y de gran sombra, pero de tronco espinoso y sin fruto alguno.


El segundo, un mango, también frondoso; pero con frutos grandes, rojos, apetitosos, jugosos y muy estimados por todos.

Al medio día se acercaron unos niños que regresaban de la escuela, alegres, juguetones; pero sudorosos, cansados y hambrientos.

El grupo  se colocó a la sombra de ambos árboles, sintiendo el frescor, felices por la brisa y el trinar de los pájaros.

Vieron hacia lo alto y descubrieron los mangos suculentos; se armó la algarabía entre los pequeños, buscaron a su alrededor piedras y palos con el fin de tumbarlos  y, una vez en el suelo, se los disputaron entre ellos.

Siempre había alguno más astuto que otro y, por supuesto, obtenía mayor cantidad de frutos.

Tan pronto como  saciaron su apetito voraz, abandonaron el lugar, satisfechos; no sin antes llevar unos cuantos frutos hasta su casa.

Moraleja:

De los dos árboles que había a la orilla del camino, ¿Cuál de ellos recibió los golpes y las pedradas?

Evidentemente que aquel que daba frutos.

Así sucede en la vida, sólo si das frutos, te arrojan piedras.

En el Reino de los Cielos sucede que, Jesús nos pide que demos frutos en abundancia. Así lo puedes ver en esta cita bíblica Mt. 13,18-23.

Y por supuesto que esto te trerá conflictos y contradicciones.

¡Alégrate, si eres atacad@ por causa del Reino de los Cielos, pues vas a recibir un gran premio, una gran recompensa! Cómpruébalo leyendo esta cita Mt. 5,11-12. 

Recuerda siempre lo siguiente: las promesas de Dios son verdaderas, son eternas, serán cumplidas. Si Él nos promete una recompensa, así será. Él no miente, Él es la verdad.



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