domingo, 30 de junio de 2013

Libertad y Responsabilidad




Hoy fui a misa y en la segunda lectura, que era la Carta de San Pablo a los gálatas, se nos habla de nuestra  vocación a la libertad. Pero se nos advierte que no podemos usar nuestra libertad para fines egoístas o carnales. Sino que es una libertad en el amor.

Esta libertad, nos decía el Padre en la Homilía, debe ir de la mano con la responsabilidad.

Somos libres verdaderamente cuando podemos responder plenamente de nuestros actos.

Decía, además, que la libertad era igual a amor y a espíritu. Y que lo contrario a la libertad es la carne.

En el Evangelio según San Lucas, en su capítulo 9, nos explicaba el Sacerdote, las 4 características la persona libre: 

  • Respetar la libertad ajena. Jesús dio muestras de este respeto cuando los samaritanos no quisieron recibirlo a causa de que él bajaba a Jerusalén; los discípulos dieron muestras de intolerancia y Jesús los reprendió. 
  • Tener total disponibilidad. Como Jesús dijo "yo no tengo donde reclinar la cabeza", sin nidos, ni madrigueras donde obtener seguridad y resguardo. Enteramente disponible al soplo del Espíritu de Dios.
  • Tener Prioridades. El ser verdaderamente libre coloca en primer lugar a lo más importante. Jesús nos dice claramente: "Deja que los muertos entierren a sus muertos . Tu ve y anuncia el Reino de Dios" La prioridad es Dios y su Reino. ¿Lo comprendemos así?
  • Despedirse, cortar con el pasado, pasar la página. Quien esto hace es libre. Quien entiende que lo que pasado ya pasó. Que no se puede cambiar nada de la historia, ni volver al tiempo pasado, sea bueno o malo, es libre realmente. "El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios"
"Cristo nos ha liberado para que seamos libres" dice San Pablo en su Carta a los gálatas.

¿Actuamos con libertad y responsabilidad?
¿Vivimos según el espíritu o según la carne?
¿Somos tolerantes?
¿Estamos disponibles ante la llamada del Señor?
¿Tenemos a Dios como prioridad en nuestra vida?
¿Rompemos con el pasado para seguir adelante?

Si es así, alabamos al Señor por ello.
Si vemos que aún no disfrutamos de la libertad que Cristo alcanzó para nosotros, hablemos con Nuestro Señor y supliquémosle que, con la ayuda de su gracia, podamos disfrutar de esta libertad y actuar con entera responsabilidad, como nos corresponde como Hijos de Dios que somos.

"Quien busca encuentra y al que pide se le dará"

Por mi parte, agradezco a Dios por haberme iluminado en este día y aclarado muchas cosas, a través de su Santa Palabra y por medio del Padre Corona.

Dios los bendiga, todos y cada uno de los días de sus vidas.

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domingo, 23 de junio de 2013

¿Ganar o perder la vida?




Nadie quiere perder su vida. Esa es la lógica, en lo natural.

Pero Jesucristo vino a proponernos la gran paradoja: "Quien quiera ganar su vida, la perderá; pero quien la pierda por mí, ese la ganará"

Esta es otra de las palabras duras de Jesús. 

Ante la cual debemos dar el salto en la fe; es decir creer en él, confiar en él.

El Papa Francisco ha dicho, que hay dos formas de perder la vida:
confesando la fe en Cristo Jesús o defendiendo la verdad.

Ambas cosas nos llevan a la contradicción en este mundo en el cual vivimos. 

Debemos, como Cristianos, seguir nuestra propia conciencia, antes que seguir las corrientes del mundo.  En la conciencia nos habla Dios, solo él y nosotros mismos, podemos entrar en ese Santuario Sagrado que llevamos en nuestro interior.  Pues bien, es a esa conciencia es a la que tenemos que apelar y seguir, al decidir y al actuar.

Si tenemos una conciencia que nos lleve a cumplir la voluntad de Dios, entonces nos encontraremos actuando irremediablemente en contracorriente.

Tendremos la sensación vertiginosa de ir en contra de todos, nos criticarán, nos rechazarán, tratarán de hacernos ver que "estamos en un error"; pero si mantenemos la vista firme en aquel a quien traspasaron y sabemos en quien nos hemos confiado, que no es otro que Jesucristo, nos mantendremos firmes en el Camino.

Ustedes dirán: ¿el camino hacia donde? El Camino hacia el Padre, hacia la Vida eterna, hacia la Verdadera Vida, sin llanto sin dolor, sin contradicciones, sin final.

Cristo no prometió a sus seguidores riquezas, ni placeres, ni poder; prometió la Vida Eterna, no sin antes cargar con su cruz en esta vida.

Y es aquí donde debemos tener la valentía y la determinación de ir contracorriente, de desechar lo efímero para alcanzar lo eterno; de perder algo que llaman vida, por alcanzar la verdadera vida.

Para esto se requiere fe, fe en la persona de Cristo, quien se ofreció a la muerte por nuestra redención y la venció con su Resurrección. Se requiere fe en alguien, no en algo. Fe para dar el salto, para llegar a la meta, para renunciar incluso a nosotros mismos, con tal de ganar la Vida Divina.

A todos cuantos lean estas líneas, especialmente si son Jóvenes, les repito estas palabras: No tengan miedo. Cristo vale la pena, no perderán nada si lo siguen, al contrario lo ganarán todo, lo ganarán a él.

Cristo les dará sentido a sus vidas, les llenará de gozo, serán felices.

Alaben a Dios, alábenlo en todo momento.

Busquen a Dios, conozcanlo,  siganlo y no duden de confiar toda su vida a él.

Acabo de cumplir 49 años de edad y les digo que me alegro de haber conocido y seguido a Cristo desde mi juventud y doy gracias a Dios por esto. Espero, con su gracia, seguirle hasta mi muerte. 

Les pido que, en sus oraciones, se acuerden de esta humilde bloguera, cuya misión es que conozcan a Dios y a su enviado Jesucristo, y así, sus vidas tengan sentido y lleguen a la vida eterna.

Si te sirvió de algo esta lectura no olvides compartirla con otros.

Dios te bendiga!!!!

domingo, 2 de junio de 2013

Eucaristía: Milagro de amor




Muchos quieren entender lo que no se puede comprender.
Quieren ver para creer, quieren entender misterios de fe, sin creer en ellos.
Las palabras de Jesús les suenan duras. Y corren el riesgo de desesperar.
Una de las palabras más duras de Jesús, es cuando dice que nos dará de comer su carne y beber su sangre; que su sangre es verdadera bebida y su carne verdadera comida.
No entendieron los judíos de entonces, no entendieron muchos durante siglos, no entienden ahora.
Hay cosas que nos cuesta comprender ; pero que, si abrimos nuestro corazón, a la luz de la fe, entrarán con una facilidad increíble en nuestro interior.
Ciertamente, su sangre es bebida y su carne alimento; en el pan o el vino consagrados  está  Cristo completo.
Es un milagro de un Dios Todopoderoso, es un milagro de un Dios que quiere nuestra vida y nuestra salvación.
Es en definitiva un milagro de Amor.
Cristo se dona a sí mismo, totalmente, en un Sacramento que es, a la vez, memorial y alimento.
Como es un milagro de amor, sólo se entiende desde el Amor.
Él se dona, nosotros lo recibimos. En una entrega mutua que sólo se puede dar por amor.
En un amor intenso que sólo lo entiende quien lo recibe y quien lo da.
Agradezcamos a Jesús tanto amor, entrega, humildad y además, ese quedarse con nosotros hasta el fin del mundo.
Está allí, en el Santísimo Sacramento del Altar, esperándote, para que ores,  agradezcas, le supliques, para que pidas por otros; en fin, para que te conviertas cada vez más a él.
Te espera en cada Eucaristía, para que junto a la comunidad cristiana, recuerdes su Pasión y Muerte y te alimentes de su Palabra y de su cuerpo y sangre, para alcanzar la vida eterna.
Recuerda, sólo Dios satisface.


Cuerpo y Sangre de Cristo




En esta fiesta Litúrgica del Cuerpo y Sangre de Cristo centramos nuestra mirada en la Eucaristía, pan de vida y promesa de vida eterna. Pues Jesús mismo dijo que quien comiera de su carne y bebiera de su sangre tendría vida eterna.
Fue durante la Última Cena Pascual cuando Jesús instituye la Eucaristía, dejándonos expresamente un mandato: “Hagan esto en memoria mía” (Lc. 22,19).
Es la celebración de la memoria de la muerte y resurrección del Señor, que viene a ser el centro y culmen de toda nuestra vida Cristiana.
Ella alimenta nuestra Fe, consolida nuestra esperanza y aumenta nuestro amor.
No sólo es memorial; también es alimento de vida eterna.
Jesucristo tomó el pan, lo bendijo, lo partió, lo dio a sus discípulos; diciendo claramente: “toman y coman todos de él; porque este es mi cuerpo” y dijo: “toman y beban de este cáliz”.
Creemos firmemente en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía.
Cristo se hizo pan humilde y habita en medio de su pueblo en cada sagrario de cada templo.
¡Adorémoslo y démosle Gloria!

Alabado sea el Señor en el Santísimo y Divinísimo Sacramento del altar, sea por siempre bendito y adorado.